DE VERITAS Y DE MENTIRITAS

El pasado 20 de julio se celebró el 46º aniversario de la llegada del hombre a la luna, y los nombres de Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins junto con la misión que encabezaron (Apolo 11) vuelven a surgir en las discusiones y pláticas en redes sociales, sobremesas y cafés de todo el mundo. Los tonos son variados, pero los temas se limitan a dos versiones que se encierran en una pregunta: ¿llegaron realmente en ese momento a la luna, o no?

 

Y es que desde el “sospechosísimo” hasta el oficialismo, hay todos los puntos de vista y todas las pruebas necesarias para comprobar tanto una como otra versión. En estas líneas no pretendo apoyar a alguna de ellas, o dar mi punto de vista al respecto. Simplemente me sirve de ejemplo o de referencia.

 

Dentro de todas las leyendas que hay alrededor del alunizaje, existe una que a mí me parece maravillosa, y que de no ser cierta, a mí me gustaría pensar que sus detractores se equivocan, que en realidad pasó y al pensar en los detalles que pudieran darse alrededor, no puedo reprimir una sonrisa. Por supuesto me refiero a la historia de Mr. Gorsky.

 

Ya lo dice Oscar Pliego: “Nunca eches a perder una buena historia con la verdad”, y la historia de Mr. Gorsky cabe perfectamente dentro de esa bella premisa y es el verdadero meollo de estas líneas: ¿qué vale más: la verdad o la historia? Yo creo que la historia tendrá más valor, siempre y cuando sea lo suficientemente entretenida, interesante, con giros y conclusiones ricas en detalles y circunstancias que se graban en nuestra memoria y nos enriquecen el alma, independientemente de que sea cierta o no. La literatura, el cine y hasta la televisión nos han presentado este tipo de historias, o ficciones (para distinguir) que se nos antojan que fueran reales. La vida cobraría un mejor sentido con ellas en “la historia”, o al menos, como decía Octavio Paz, lograrían que el paso por esta vida fuera menos penoso.

 

Evidentemente las historias oficiales no entran en esta categoría, ya que aun cuando intentan crear modelos o figuras heroicas a seguir, fallan terriblemente en ese objetivo y acaban por sucumbir a los hechos que tienen que ver con la “verdad”. Pero ese punto es motivo de otras líneas, quizá mas aburridas que las presentes.

 

El punto aquí es la verdad contra la ficción (entendida como leyenda, como anécdota e incluso como mentira) y lo elusivo que es encontrar hoy en nuestros días la primera y lo sencillo que es seguir ciegamente las segundas. Es paradójicamente curioso cómo en la “era de la información” – lo que quieran que eso signifique – cuesta más trabajo distinguir la información veraz contra los múltiples inventos (algunos más creativos que otros) de la imaginación humana. Tantas y tantas crónicas, testimonios, pruebas y los infaltables “yo lo vi” y “el amigo del primo del vecino de la novia de mi cuñado” “que lo vio todo” o “que conoce a” aderezan esas crónicas presentes, pasadas y evidentemente, futuras respecto a lo que sucede en nuestras vidas, aunado a una época en la que hay que participar de tantas cosas y hacer otras más que no solo falta tiempo, espacio o vida; nos falta certeza, porque la fe se quedó sin batería la década pasada.

 

Insisto en que me gustan las historias, como la de Mr. Gorsky, pero también disfruto con el planteamiento que pone en evidencia que no llegaron a la luna (al menos no en 1969); por supuesto soy presa fácil de las teorías conspiracionistas (o conspiracionales, elija usted entre la semántica) pero también me molesta que me quieran ver el rostro con una pésima mentira (o historia, ya con distinciones categóricas); creo fervientemente que la verdad es, primero, inalcanzable y segundo, muy aburrida y sin gracia, aunque existan algunas revelaciones “verdaderas” que nos dejen con la boca abierta y propician el diálogo. También es cierto que la ciencia (la física, la química o la biología, por mencionar a las clásicas) muestran las verdades universales, pero esas son tan ricas y maravillosas per se, que no necesitan aderezo fantasioso, salvo, evidentemente, la ciencia ficción (a la que dedicaremos unas valiosas lineas algún día). Decida usted que prefiere, si el hecho duro o la versión oficial o la tenebra y la intriga para la ciega. Al final creo que la primera zanja los temas de golpe y porrazo y la segunda ayuda a que las sobremesas se extiendan por horas, aunque no lleguemos a nada.

 

Ya lo exponía Mark Twain: “es más fácil engañar a la gente, que convencerlos que han sido engañados”, o al menos eso dicen que dijo él. Y que mejor ejemplo para cerrar estas líneas, que con este comentario.

 

Ricardo Meza

@avedrio

2 comentarios en “DE VERITAS Y DE MENTIRITAS

Deja un comentario